No hay que echarle mucha imaginación al asunto para suponer que hoy no estará siendo un gran día en los despachos de Sony, Panasonic, Fujifilm u Olympus. “Ha ocurrido lo que temíamos”, dicen mientras apuran el tercer café de la mañana. Y apenas son las 9:00.
Tal vez la dramatización sea excesiva, entre otras cosas porque la mayoría andará ya pensando en Photokina y sus propias novedades, sin tiempo para detenerse a cotillear las de los demás. Pero exageraciones al margen, lo cierto es que la nueva Canon EOS M5 es ese gesto que muchos esperaban y otros temían desde hace tiempo. Se acabaron las tonterías: Canon va en serio con las sin espejo.
“Como una EOS 80D, pero con un 55% de su tamaño”, comentaban los responsables de Canon cuando hace unos días la mostraron por primera vez a la prensa. Poco que ver, por tanto, con aquellas EOS M y M2 que nadie se tomó muy en serio y la EOS M3, que por lo menos empezó a despuntar. Efectivamente, los 1.200 euros que cuesta este nuevo modelo tampoco tienen mucho que ver y dejan poco margen a las risas.
No se trata solo de la clásica discusión marquista, sino de un hecho que no puede obviarse. Canon es una de las marcas con mayúsculas del sector, y ese tirón comercial es una baza que siempre ha sabido utilizar. Hay muchas sin espejo y muy buenas ahí fuera, sin duda más competitivas, pero esta es la de Canon, y para muchos ese ya es un gran argumento. Sobre todo si, como en este caso, llega al fin con los deberes hechos.